Publicado por

Cerrando una etapa: conclusiones finales de las prácticas en Educa’t

Publicado por

Cerrando una etapa: conclusiones finales de las prácticas en Educa’t

Con esta entrada doy cierre a una etapa formativa que ha sido profundamente significativa tanto a nivel profesional como personal. Mis prácticas en el Centro Educa’t han representado mucho más que una mera aplicación de conocimientos teóricos: han sido una vivencia real de acompañamiento, escucha activa y compromiso emocional con los usuarios y profesionales del centro. A lo largo de estos meses, he podido observar de cerca cómo se desarrolla la intervención psicopedagógica en un contexto real, y he tenido…
Con esta entrada doy cierre a una etapa formativa que ha sido profundamente significativa tanto a nivel profesional como…

Con esta entrada doy cierre a una etapa formativa que ha sido profundamente significativa tanto a nivel profesional como personal. Mis prácticas en el Centro Educa’t han representado mucho más que una mera aplicación de conocimientos teóricos: han sido una vivencia real de acompañamiento, escucha activa y compromiso emocional con los usuarios y profesionales del centro.

A lo largo de estos meses, he podido observar de cerca cómo se desarrolla la intervención psicopedagógica en un contexto real, y he tenido la oportunidad de diseñar, implementar y evaluar un proyecto de educación emocional ajustado a las necesidades específicas de un alumno. El trabajo emocional ha sido el hilo conductor de mi intervención, pero también el motor que ha guiado muchas de las dinámicas internas del centro, lo que me ha permitido reflexionar sobre la importancia de integrar la dimensión afectiva en los procesos de aprendizaje y desarrollo personal.

Quiero agradecer profundamente al equipo del Centro Educa’t por abrirme las puertas y acompañarme en este proceso. Su profesionalidad, cercanía y disposición a compartir su experiencia han sido claves para que me sintiera parte del equipo desde el primer día. Gracias también a mi tutora de prácticas por su orientación constante y por facilitar que cada iniciativa pudiera adaptarse de forma coherente al contexto del alumno.

Desde una mirada crítica y personal, destaco la riqueza del aprendizaje vivencial que he experimentado. He podido reforzar mis competencias en diagnóstico, diseño de intervenciones y evaluación, pero también he tenido que enfrentarme a situaciones que exigían flexibilidad, autogestión y toma de decisiones rápida. Uno de los aspectos más valiosos ha sido darme cuenta de que, a pesar de la planificación, cada sesión con el alumno requería adaptación, improvisación y una gran dosis de empatía.

Sin embargo, también he identificado algunos aspectos mejorables. Por ejemplo, creo que sería muy beneficioso establecer espacios sistemáticos de evaluación interna donde las profesionales del centro puedan compartir dificultades y estrategias, así como reforzar el trabajo emocional con materiales más variados y adaptados a distintas edades. A nivel personal, reconozco la necesidad de seguir trabajando mis habilidades comunicativas en contextos grupales y de mejorar la gestión del tiempo dentro de las sesiones para optimizar los objetivos planteados.

Como recomendación para futuras intervenciones, considero clave integrar la participación de las familias en los procesos emocionales del alumnado, algo que puede favorecer la continuidad y coherencia de lo trabajado en el centro. Además, sería interesante explorar la posibilidad de incorporar herramientas digitales como soporte complementario en la educación emocional.

Estas prácticas me han permitido consolidar muchas de las competencias trabajadas durante el Máster, desde la planificación de intervenciones ajustadas hasta la reflexión crítica sobre la práctica y la mejora continua. Me llevo aprendizajes fundamentales sobre la importancia de la flexibilidad, la empatía y la colaboración en el trabajo psicopedagógico. También soy consciente de que el camino profesional exige formación constante y una actitud abierta a seguir aprendiendo, sobre todo en un ámbito tan vivo como el de la educación emocional.

La experiencia ha sido, sin duda, un impulso para seguir profundizando en la intervención emocional, apostando por metodologías innovadoras y por una mirada centrada en el bienestar del alumnado como base para cualquier proceso educativo.

Por último, os comparto parte de la bilbiografía que he usado para tomar conciencia de la importancia de la educación emocional.

Bisquerra, R. (2000). Educación emocional y bienestar. Barcelona: Praxis.

Díaz-Aguado, M. J. (2020). Educación emocional y prevención de la violencia. Revista de Educación, 389, 13-32. https://doi.org/10.4438/1988-592X-RE-2020-389-460

Fernández-Berrocal, P., & Extremera, N. (2005). La inteligencia emocional y la educación de las emociones desde el modelo de Mayer y Salovey. Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado, 19(3), 63–93.

Debate0en Cerrando una etapa: conclusiones finales de las prácticas en Educa’t

No hay comentarios.

Publicado por

Competencias adquiridas durante el proyecto de intervención

Publicado por

Competencias adquiridas durante el proyecto de intervención

A continuación, me gustaría compartir las competencias adquiridas durante todo el proceso de las prácticas curriculares, tal y como he especificado en el informe final de síntesis del proyecto de intervención. Durante el periodo de prácticas, he tenido la oportunidad de desarrollar de manera significativa varias de las competencias fundamentales del perfil psicopedagógico. A través de la intervención emocional individualizada con un alumno con dificultades en el reconocimiento y gestión de sus emociones, no solo he aplicado conocimientos teóricos adquiridos…
A continuación, me gustaría compartir las competencias adquiridas durante todo el proceso de las prácticas curriculares, tal y como…

A continuación, me gustaría compartir las competencias adquiridas durante todo el proceso de las prácticas curriculares, tal y como he especificado en el informe final de síntesis del proyecto de intervención.

Durante el periodo de prácticas, he tenido la oportunidad de desarrollar de manera significativa varias de las competencias fundamentales del perfil psicopedagógico. A través de la intervención emocional individualizada con un alumno con dificultades en el reconocimiento y gestión de sus emociones, no solo he aplicado conocimientos teóricos adquiridos durante el máster, sino que también he podido experimentar de primera mano los retos y responsabilidades del ejercicio profesional como psicopedagogo.

Una de las competencias más presentes a lo largo del proceso ha sido la capacidad de aplicar conocimientos adquiridos en contextos nuevos o poco conocidos, especialmente en entornos complejos como un aula de refuerzo escolar y reeducación, donde conviven múltiples necesidades. En este caso, me enfrentaba por primera vez a una intervención individualizada, en un espacio que no me era familiar y con un alumno cuyo perfil psicopedagógico no se encontraba completamente definido. Esta situación me exigió adaptar de forma creativa los recursos y estrategias aprendidas, especialmente en el ámbito de la educación emocional, a un contexto real y dinámico, lo cual implicó una constante toma de decisiones basada tanto en la teoría como en la observación directa y en el juicio profesional.

Otra competencia que ha sido clave es la de integrar conocimientos y formular juicios complejos a partir de información limitada, reflexionando además sobre las implicaciones éticas de cada decisión. Al tratarse de un único alumno y no disponer de informes psicopedagógicos completos, muchas de las decisiones sobre el diseño y ajuste de las actividades se basaron en observaciones y conversaciones informales con el equipo del centro, especialmente con la tutora de prácticas. Este hecho me llevó a una profunda reflexión sobre la necesidad de actuar siempre desde el respeto, la prudencia y la sensibilidad ética, especialmente cuando se trabaja con menores y se tocan aspectos tan íntimos como las emociones. La intervención debía ser útil, pero también cuidadosa y respetuosa con los ritmos del alumno, evitando cualquier forma de sobreexposición emocional o presión innecesaria.

Asimismo, trabajar en equipo y colaborar en red ha sido una competencia imprescindible durante todo el proceso. La coordinación con la directora del Centro Educa’t, con mi tutora de prácticas y con mi tutora académica de la UOC ha sido constante y enriquecedora. Las sesiones, y posteriores modificaciones de ellas, no se diseñaron de forma aislada, sino que fueron fruto del intercambio de perspectivas y observaciones compartidas. Esta colaboración ha reforzado en mí la idea de que el trabajo psicopedagógico no puede ser nunca un ejercicio individualista, sino que requiere de la construcción conjunta de estrategias que respondan a las necesidades reales del alumnado, y que tengan en cuenta la diversidad de voces del entorno educativo.

Una competencia que también he desarrollado de manera significativa ha sido la de diagnosticar necesidades psicopedagógicas considerando metodologías diversas y el contexto específico. En este caso, la necesidad no fue detectada a partir de un informe técnico, sino mediante la observación directa en el aula y la interacción con las demás profesionales del centro. Esto me permitió comprender cómo no siempre las necesidades emergen de pequeños gestos o actitudes, y que el diagnóstico no debe reducirse a una etiqueta, sino entenderse como un proceso interpretativo y flexible. Además, opté por métodos de evaluación cualitativa (rúbricas personalizadas y reflexiones guiadas) que me han permitido obtener una imagen más completa del proceso emocional del alumno.
Por último, considero que también he fortalecido la competencia de diseñar, implementar y evaluar programas o proyectos educativos adaptados a colectivos específicos, en este caso, un alumno concreto con necesidades emocionales particulares. El diseño del proyecto no solo contempló objetivos claros y una metodología coherente, sino que fue suficientemente flexible para adaptarse a los cambios y modificaciones de las sesiones futuras que fueron surgiendo en el camino. La evaluación no se limitó a una valoración final, sino que se integró como parte del proceso, permitiéndome ir ajustando las sesiones según la respuesta y evolución del alumno. Esta experiencia ha confirmado mi convicción sobre el valor de las intervenciones psicopedagógicas personalizadas, que no buscan estandarizar, sino responder de manera significativa a la diversidad real del alumnado.

En conjunto, estas competencias me han permitido construir una experiencia formativa profundamente significativa. A nivel personal, estas prácticas han sido un punto de inflexión. Me han hecho consciente de la complejidad de la labor psicopedagógica, de la necesidad de una actitud profesional crítica y reflexiva, y de la importancia de actuar con sensibilidad, rigor y compromiso ético. Si bien he cometido errores y me he enfrentado a retos inesperados, también he confirmado mi vocación y mi voluntad de seguir formándome para ofrecer intervenciones de calidad, centradas en la persona y en su desarrollo integral.

Debate0en Competencias adquiridas durante el proyecto de intervención

No hay comentarios.

Publicado por

Explorando las emociones: una mirada al proyecto de intervención

Publicado por

Explorando las emociones: una mirada al proyecto de intervención

Durante las últimas semanas he tenido la oportunidad de llevar a cabo un proyecto de intervención psicopedagógica centrado en la educación emocional de un alumno con dificultades para reconocer y gestionar sus emociones. Aunque ya he comentado anteriormente los detalles específicos de cada sesión, en esta entrada quiero detenerme en una visión más global de todo el proceso. El proyecto ha constado de cuatro sesiones principales: la primera con el juego del UNO como herramienta de detección y expresión emocional…
Durante las últimas semanas he tenido la oportunidad de llevar a cabo un proyecto de intervención psicopedagógica centrado en…

Durante las últimas semanas he tenido la oportunidad de llevar a cabo un proyecto de intervención psicopedagógica centrado en la educación emocional de un alumno con dificultades para reconocer y gestionar sus emociones. Aunque ya he comentado anteriormente los detalles específicos de cada sesión, en esta entrada quiero detenerme en una visión más global de todo el proceso.

El proyecto ha constado de cuatro sesiones principales: la primera con el juego del UNO como herramienta de detección y expresión emocional inicial, la segunda con el “Mapa del Tesoro” para trabajar emociones positivas, la tercera con la “Caja de emergencias emocionales” para tratar emociones negativas, y una última sesión de evaluación para recoger la valoración del alumno. Estas dinámicas, aunque sencillas en apariencia, han permitido generar un espacio de confianza y reflexión emocional que el alumno no había experimentado anteriormente en el centro.

Desde un punto de vista general, la experiencia ha sido muy enriquecedora tanto para el alumno como para mí como futuro profesional. Uno de los aspectos más positivos ha sido la implicación progresiva del alumno, que ha pasado de mostrarse reticente a participar, a hacerlo con motivación y conciencia emocional creciente. Las actividades han servido como excusa lúdica para trabajar aspectos profundos, y han permitido detectar con claridad aquellas emociones que más afectan a su rendimiento académico y social, como la rabia o la frustración.

En cuanto a los aspectos más mejorables, he podido observar que, en ocasiones, el alumno se ha centrado más en la mecánica de la actividad que en el objetivo emocional de la misma, como ocurrió con el juego del UNO. Además, la limitación de tiempo y el espacio del centro ha supuesto un reto para adaptar las actividades con la profundidad deseada. Aun así, la colaboración con la tutora de prácticas ha sido clave para ajustar cada sesión, permitiendo que la intervención fuese lo más individualizada y significativa posible.

El proyecto me ha reafirmado en la importancia de trabajar la educación emocional desde edades tempranas y de forma continuada. No basta con acciones puntuales o talleres aislados: es necesario incorporar la educación emocional en la vida escolar diaria, de forma transversal y coherente con los valores del centro. En un futuro, sería ideal poder implementar proyectos más amplios, que incluyan a varios alumnos o incluso a todo un grupo, y que se sostengan en el tiempo con apoyo del equipo profesional y las familias.

Además, desde la perspectiva psicopedagógica, queda claro que este tipo de intervenciones son una oportunidad para prevenir dificultades conductuales, mejorar el clima escolar y fomentar una convivencia positiva. Apostar por la educación emocional no es solo trabajar con las emociones: es trabajar por el bienestar integral del alumnado. Este proyecto ha sido solo una semilla, pero ha mostrado que, con sensibilidad, planificación y compromiso, es posible acompañar a los alumnos en el descubrimiento de su mundo emocional.

Debate0en Explorando las emociones: una mirada al proyecto de intervención

No hay comentarios.